domingo, 12 de julio de 2009

Tú sabes de qué hablo? pues deberías...

Tenía que convertirme en otra persona, una vez más.

Así murió mi anterior yo, así lo maté. Pero no se fué sigilosamente en la noche con una última ráfaga de dolor abrasador. Un dolor para detener el dolor.

Pero quizás el masoquismo nunca cesa, sólo cambia de forma. Distintos objetos, distintas manifestaciones. Temí no ser feliz sin mi dolor. Pero debía dirigirlo hacia el exterior; dentro de mí, me impregnaba hasta los tuétanos.


Necesitaba ayuda.
Desesperadamente. La paz de espíritu era un concepto intelectual remoto. Lloraba a diario. Por fín había sufrido lo suficiente. Lo suficiente para decir "Basta". Tenía la dignidad hecha añicos.


Despacio, con resentimiento, he escapado de la esclavitud, aunque no puedo olvidar su libertad. Pero ya no me ciega la obsesión. Ahora reconozco lo que comunmente se llama realidad, la maldita realidad. A veces incluso vivo en ella, cuento me siento perversa.

"La rendición. Unas memorias eróticas" de Toni Bentley.

1 comentario:

Who dijo...

La serpiente cambia su piel y las personas lo hacemos en silencio tras ruidosas asonadas del alma.
Sigues trasmitiendo en tus escritos de modo impecable.
Te espero por mi blog, seguro q el último post te reconcilia con la esperanza marchita.
Saludos, Who.