El teléfono no sonaba en fin de semana... ya estaba acostumbrado. Si lo hacía, era alguien de su familia, algún amig@ rara vez... Sabía que ella en fin de semana no llamaría. No podía, aunque recordaba algún domingo por la mañana... sí... al principio...
Los días de diario, algún teleoperador marcaba su número ofreciendo algo, un teleoperador al que solía colgar después de decir "no me interesa"... ya ni les escuchaba... poco más... ella ya apenas llamaba y sentía que si lo hacía era un poco por aquello "del compromiso"... no porque realmente tuviese demasiadas ganas de hablar con él.
Podían pasar días y días y no oir su voz.
Podían pasar días y no ver nada suyo en la pantalla.
En su interior, una mezcla de sentimientos: tristeza y un "noséqué"... un "era inevitable", una especie de conformismo disconforme... algo así como "si ya lo sabía yo desde hace tiempo"... un "era cuestión de tiempo"...
En fín, pensó que era lo que había y que ya no podía cambiarlo -jamás hubiese podido hacerlo realmente- y contra eso, contra imposibles, no pensaba luchar.
Ya no.
Srta. Marta, 2009
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