martes, 21 de julio de 2009

Lo he "robao"...

(...) El día que hizo 12.987 desde que inició su maquiavélico y divertido plan, Henry Singular tuvo una revelación: ¿cómo saciaría su sed de relaciones sexuales si llegaba el momento en el que éstas se manifestasen? Estudió anatomía, cirugía, bioquímica y la conjugación del verbo “Retraer” y entonces comenzó a fabricar lo que él dio en llamar “La única mujer perfecta que me hará feliz y me dará placer oral cuando yo quiera”, abreviado, “Srta. Marta”.
La “Srta. Marta” era su proyecto más ambicioso, y a la par, su entretenimiento favorito: Henry también tenía la cualidad de entretenerse con cualquier cosa. La construyó en 14 días y 457 meses y su estupendo cuerpo comprendía un corazón enorme, dos bellísimos ojos, una vagina “constrictor”, unos pechos turgentes (y enormes), unas manos suaves y tersas, un pelo sedoso, una boca sensual y dulce, unas piernas de infarto y un cajoncito para guardar las llaves del coche. Intencionadamente, Henry la quiso no dotar del órgano más importante de todos, un cerebro en condiciones. Claro está, la “Srta. Marta” no sería jamás capaz de multiplicar 4 por 7, ni sabría nunca la capital de Tailandia, ni distinguiría en absoluto un alcornoque macho de su propio culo (que, ni que decir tiene, era respingón, provocativo y juguetón).
Todo eso parecía que a Henry no le importaba en medida alguna, siempre que ella no tuviera que practicarle una operación a corazón abierto. Tampoco podría hacerle nunca la declaración de la Renta, lo que ya le fastidiaba un poquito más. Henry se alegraba no obstante de haber erradicado el concepto “Rebajas”, ya que en su infinito aburrimiento intelectual, la “Srta. Marta” tampoco podría descargarse ejerciendo tan poco económica práctica.
Ante un ser tan perfecto, Henry no pudo más que proponerle matrimonio, al que ella aceptó: se casaron en abril, cuando hacía mejor tiempo, y al enlace asistieron todos los primos, tíos y amigos del novio. Por parte de la novia se pudo ver a un fox terrier con muy malas pulgas. Se gastaron una fortuna en el vídeo de boda y cortaron la tarta con la célebre navaja que Henry utilizó para matar a 4.678.499 mujeres. Sin duda, un acto simbólico en toda regla.
Al año de casados, ella ya era la dueña de la casa: no sólo realizaba las tareas que Henry Singular odiaba estando soltero (como fregar el baño, limpiar los platos y barrer el suelo), sino que también era capaz de cambiar bombillas, echar tabiques abajo, cronometrar carreras de cucarachas o descifrar códigos binarios encriptados en los bidones de detergente. En ese momento, justo en ese y no en otro, Henry se dio cuenta de que vivía con un autómata: nada diferenciaba a su mujer de una batidora, lo que le comenzaba a importunar. ¿Era esta la vida que él quería? ¿Era esto por lo que él tanto había luchado (y asesinado)?
Tomó una decisión: “Le daré un cerebro”, se dijo, “una mente para las matemáticas y unas ingles para el divertimento; es injusto para ella: es maravillosa la sensación de tenerla sometida, pero es triste ver como no puede articular ni una sola palabra sin llorar antes durante 46 minutos exactos de reloj”. Y así lo hizo: con dos folios tamaño DIN-A4, un escalpelo y el ojo de un sapo recién nacido, construyó un bulbo raquídeo en condiciones, listo para ser utilizado. A partir de ese momento, todo fue diferente: la alegría envolvía cada rincón de su casa, mantenían interesantísimas conversaciones sobre filosofía, escudriñaban con afán el intenso rencor que se profesaban ciertos filósofos, analizaban la pintura barroca en todas sus etapas y descubrieron que la música de Mozart y la de Amadeus guardaban misteriosas similitudes. Todo acabó siendo tan diferente, que ella le abandonó por un perito agrónomo de tercera generación que coleccionaba pelo de mapache en sobres americanos. Eso sí: desde que dispuso de un cerebro, nunca jamás se le resistió una raíz cuadrada.
Otra vez volvió Henry a sumirse en el desaliento del fracaso amoroso,pero esta vez,y gracias a su cualidad de aprender siempre algo de todo lo que le pasaba,con una importantísima lección asimilada:“Nunca podrás saber nada que no lo sepa antes una dama”.
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"cogido prestao" a Memorias de un hombre malo tras buscar mi propio nick en "gugle"

1 comentario:

El Lobo dijo...

Buen texto, si señor.