Enseguida comprendió que lo mejor era no hacerlo. -"¿Para qué?",-se preguntó en voz alta. Si no daba señales de vida sus razones tendría y posiblemente no merecía la pena seguir esperando más de lo que ya no daba más de sí, ya no quedaba demasiado de aquello que había sentido y aunque le entristecía en cierto modo, era racional y pensó en aquello que había leído en algún sitio:
"Que no se engañen los enamorados o los apasionados, cuando alguien no escribe, no llama o no hace acto de presencia es porque no está interesado".
Es que era una verdad como un templo y más en estos tiempos que corren en los que la tecnología permite una llamada o un mensaje en cualquier sitio y momento gracias a los móviles. Además, tenía la certeza de que las excusas habituales eran sólo eso, excusas.
Había terminado por fin el tiempo de autoengañarse y creerse especial.
Srta.Marta, 2009
1 comentario:
Otros harán parada entre estas aguas vivas.
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