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Morir es seguro. Vivir es incierto.
Precisamente por eso, porque después de morir ya no podremos hacer nada por nosotros mismos, es ahora cuando tenemos que vivir, esa gloriosa palabra de cinco letras y dos uves de victoria que resume la plenitud, cuando podemos convertir lo incierto deseado en lo cierto transpirado. Cuando somos capaces de despertar sueños, multiplicar risas, abrazar sentimientos y bailar con nuestras neuronas. Cuando tomamos solvente conciencia de que bajo ningún concepto vinimos al mundo a sufrir, sino a resolver desde la eficacia, a ayudar desde el pragmatismo, a entender a otros desde la fuerza que da el creer en nosotros mismos.
Vivir plenamente es saber tejer los fríos hilos de la razón para después envolvernos en la calidez del sentimiento y la ilusión. Es introducir tu masa de amor en un horno ajeno sabiendo que te devolverá un pan tierno y comestible, es saber que el paso de los años estrechará lianas y no creará óxidos, es mirarse en otro y encontrarse en él y en ti, es potenciar y potenciarse, abrirse y no renunciarse, amar y amarse. Es convivir y no conmorir.
Nuestra esquela será el último certificado de nuestra fragilidad, la post-data de nuestra biografía y el prólogo de nuestra eternidad, ese inmedible misterio que jamás morirá.
Por eso cada día tenemos que procurar hartarnos de vivir: ¡para dejar a la muerte bien jodida!
Vivir plenamente es saber tejer los fríos hilos de la razón para después envolvernos en la calidez del sentimiento y la ilusión. Es introducir tu masa de amor en un horno ajeno sabiendo que te devolverá un pan tierno y comestible, es saber que el paso de los años estrechará lianas y no creará óxidos, es mirarse en otro y encontrarse en él y en ti, es potenciar y potenciarse, abrirse y no renunciarse, amar y amarse. Es convivir y no conmorir.
Nuestra esquela será el último certificado de nuestra fragilidad, la post-data de nuestra biografía y el prólogo de nuestra eternidad, ese inmedible misterio que jamás morirá.
Por eso cada día tenemos que procurar hartarnos de vivir: ¡para dejar a la muerte bien jodida!
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