viernes, 19 de junio de 2009

X ya menos X, más bien x

Odiaba eso.

Le sentaba fatal que dijese que tenía ganas de verla, de abrazarla, de estar con ella, de echar la siesta a su lado y que en realidad, cuando llegaba a casa, tras unos minutos de "mini-mimos" (que ya imaginaba eran "obligados" y "para disimular" o algo así) se lanzase al sexo puro y duro, a descontrolarla como sabía hacerlo, a llevarla donde él quería porque sabía que tocaba no sé qué botón que hacía que hiciese con ella -casi- lo que le diese la gana.

Antes no le pasaba eso, antes no lo odiaba. Antes disfrutaba con todo lo que él ofrecía, sobre todo sexualmente.

Claro, antes estaba "perfecta", se sentía bien. Ahora no. Más bien todo lo contrario.

Además, él le debía un montón de mimos y hubiese querido que ese día lo hubiese aprovechado -sobre todo- para pagar su deuda. Pero al parecer, ya se le había olvidado, o había sido una conversación más, parte de su seducción, para mantenerla ahí cuando en algún momento sentía que ella se alejaba...

Entendía y era plenamente consciente de que lo suyo, su relación, su X, era lo que era y estaba basada en eso mismo, en ser "una de sus otras" pero coño! que dejase de engatusarla con cosas que sabía que ahora necesitaba si sólo quería follar... a estas alturas ya no le hacía falta, y para eso tenía a otras si ella decía que no en todo caso, así que no entendía nada... no podía comprenderlo. Y además, en esos momentos, le hacía daño.

Y ella necesitaba ahora otra cosa, llamémoslo mimos, otra atención... distinta, algo más que lo sexual, ya no romántico, para nada, sino... "calor"... el calor de un abrazo, de un beso en la frente, de una caricia en la mano, en la espalda, en el brazo (no en su coño) pero él ya no era la persona que se los daba... o al menos, ella ya no lo sentía así. Alguien que acariciase su rostro y aguantase sus lágrimas si es que fluían así, sin más, sin razón aparente. Alguien que no preguntase qué te pasa sino que simplemente, se limitase a estar ahí en esos momentos, como había estado en los felices.

Y el sexo ya no era tan bueno (por lo que lamentablemente había empezado a comportarse como ese topicazo de la esposa que se dedica a finjir los orgasmos para que el marido esté contento y se crea un machote y de paso todo acabe pronto... había empezado a finjir orgasmos, los bestiales, esos que él provocaba a veces y que la dejaban agotada, para que todo acabase y "que la dejase en paz"). Porque hacía tiempo que era lo que hacía, acabar la labor (sexual) hasta dónde quería y largarse.
Tal vez volver a estar sola era el siguiente paso, pero entonces odiaría dejarle... joder, ¡¡¡¡qué asquerosamente complicada era!!!!!
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Srta.Marta, 2009

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