"Eres libre" -dijiste.
Yo te miré en silencio
con la expresión absurda
de esas viejas muñecas
que se pierden un día
tras haberse arrastrado
por todos los caminos
sin rumbo de la infancia.
"Puedes ir donde quieras"-dijiste.
Y de repente encogieron los mapas,
no hubo puertas abiertas,
una goma invisible
borró todas las calles
y entonces fue el dolor un camino sin tierra y sin orillas.
Irene S. Carrión
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