jueves, 16 de abril de 2009

en 15 minutos

7.15 h.
Dolor. Ahogo. Una pesada losa sobre su pecho. Rabia.

7.16 h.

Apoyado en la encima de la cocina, apagaba el cigarrillo contra el cenicero de cristal azul con intensidad, con esa mala leche con la que hacemos las cosas por la mañana recién levantados cuando nos hemos acostado "rumiando" algún problema. Bebió un último sorbo del café con leche y dejó el vaso en el fregadero, dirigiéndose después al baño.

7.18 h.

Sentía que en su interior algo se rompía por momentos. Y era algo extraño, aunque no del todo desconocido, pero cuando ocurría (por suerte, pocas veces) hacía que se sintiese realmente mal.

El dolor de descubrirse "nada especial" para alguien que sí lo era para él por mucho que en realidad se hubiese estado diciendo casi día a día que no lo era, desde que se conocierion, intentar él mismo convencerse de ello porque sabía que podría sufrir... y darse cuenta finalmente que así era, le noqueaba emocionalmente e incluso su cuerpo se resentía, dejándole físicamente agotado, sin ganas de nada, apático... agradecía que respirar fuese algo mecánico e involuntario porque incluso hubiese dejado de hacerlo en esos momentos.

7.24 h.

-"Claro",-pensó en alto mirándose en el espejo del baño, parando un momento de rasurar su barba de los días festivos en los que no había hecho ni eso, ni afeitarse absorto en sus tristes pensamientos y su autocompasión-"es que a los seres humanos nos gusta vivir viendo lo positivo, ponernos la venda en los ojos cuando sentimos algo especial por alguien, quedarnos sólo con lo que nos hace sentir bien, intentar no ver lo que puede hacer daño, hasta que no nos queda más remedio, hasta que la venda ya está tan raida que no tapa más...",- imaginó que era una simple cuestión de "supervivencia" o al menos, para hacer la vida más llevadera.

Y no quería echar la culpa a esa persona especial sino que en todo caso se la echaba a él mismo, diciéndose que había querido entender cosas que no eran, que en su deseo de ser especial había montado fantasías y castillos en el aire, que había entendido sentimientos y deseos incorrectamente por parte de esa persona. Y eso no le ayudaba a sentirse mejor.

Y tal vez podía estar equivocado. Tal vez esa persona sí había jugado a ese juego, sí había tratado su relación de manera especial para tenerle ahí, pendiente, deseando, anhelando, esperando... haciéndole creer que era distinto a los demás, que no era uno más. Pero eso, ¿cómo iba a saberlo con certeza? Sería una pura cuestión de confianza y fe si existiese una conversación sobre el tema y le dijese "sí, eres especial para mí".

No sabía si merecía la pena darle más vueltas al tema o si realmente lo que tendría que hacer era poner espacio y silencio entre los dos y olvidarse de todo, quedarse con lo vivido, con lo bueno y con lo malo, por "decreto 33" claro... intentar sacar en limpio lo que le había hecho sentir bien, quedarse con eso y pasar página definitivamente...

¡Qué narices! Sabía perfectamente que eso era exactamente lo que tenía que hacer, pero claro, es que, no era fácil.

Al final, terminaría de nuevo cual Scarlet en "Lo que el viento se llevó" diciéndose a sí mismo aquello de "en fin, ya lo pensaré mañana..."
7.30 h.

Srta.Marta

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