Se estremecía algo en su interior cuando miraba el cuadro... pero jamás le sucedía con otras versiones... sólo con la cautiva Andrómeda, de Gustave Doré.
¿Porqué no la de Lempicka, o la de Tiziano, o la de Rembrandt...?.
Andrómeda sacrificada para aplacar la furia de un monstruo marino. Atada a una roca, ofrecida sin consuelo y rendida ante su destino, con el monstruo amenazante, dispuesto a devorarla y ella que apenas puede refrenar su miedo, su indefensión, con el mar picado y la espuma salpicando la roca...
3 comentarios:
Andrómeda sacrificada para aplacar la furia de un monstruo marino. Atada a una roca, ofrecida sin consuelo y rendida ante su destino, con el monstruo amenazante, dispuesto a devorarla y ella que apenas puede refrenar su miedo, su indefensión, con el mar picado y la espuma salpicando la roca...
Muy revelador.
Porque los de Lempicka son hermosos, pero fríos.
Doré tenía algo de oscuridad, de ésa que todos nos empeñamos en ocultar.
qué bonitas entradas, me gusta tu gusto, ya lo sabes, ya te lo he dicho más veces.
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