martes, 16 de marzo de 2010

La belleza


Soy bella, oh mortales, como un sueño de piedra,
y mi seno, que a uno tras otro ha martirizado,
está hecho para inspirar al poeta un amor
eterno y mudo igual que la materia.

Yo reino en el cielo como una esfinge incomprendida;
uno un corazón de nieve en la blancura de los cisnes;
odio el movimiento que se sale de sus límites,
y nunca lloro ni nunca río.

Los poetas, ante mis impresionantes posturas,
que parecen tomadas de los más audaces monumentos,
consagrarán sus días a austeros estudios;

pero tengo, para fascinar a estos dóciles amantes,
puros espejos que hacen todo más bello:
¡mis ojos, mis grandes ojos de claridades eternas!

Charles Baudelaire

1 comentario:

vidimus dijo...

Para mí eres mejor un sueño carnal. La piedra es fría al tacto y tú no lo eres. Yo prefiero que seas una Andrómeda encarnada, inspiradora y sensual. Las estatuas, para los museos y los jardines ;-)