jueves, 15 de enero de 2009

hablábamos de cuentos cortos...

Había una vez... qué narices, al grano!

De vez en cuando alguien pasaba por al lado de aquel árbol, alargaba la mano y tomaba alguno de sus frutos o sus flores y continuaba su camino sin más.

En otras ocasiones, cuando alguien descubría el buen sabor de los frutos y tenía tiempo, se llevaba alguno más tras cobijarse unos instantes bajo sus ramas.

Alguna vez pasaba alguna persona salvaje, sin escrúpulos y subía al árbol destrozando sus ramas, sin más afán que destruir, sin importarte sus flores, el sabor de los frutos, que simplemente arrancaba, mordisqueaba y tiraba al suelo con desprecio para después desaparecer como si nada, dejando al árbol débil, quebradizo, triste, enfermo.

Pero se recuperaba, volvía a florecer y volvía a suceder lo mismo... unas personas pasaban de largo tras tomar algún fruto, otras se quedaban unos cuántos más... pero nadie realmente se preocupaba de si el árbol necesitaba ser regado, abonado, cuidado.

Hubo quien tomó frutos, hasta agotarlo, hasta dejar al árbol exhausto, sin apenas capacidad de regeneración e incluso generó espinas, largas y afiladas, lo que no era nada normal en un árbol de su especie. Y lógicamente, con todo este ajetreo, el árbol se desgastaba, cada vez florecía menos y como consecuencia, sus frutos eran muchos menos y de peor calidad, a veces demasiado amargos...

Pero es cierto que hubo alguna ocasión en la cual alguien llegaba, y sí, tomaba frutos, se cobijaba bajo su sombra, disfrutaba del aroma de sus flores y lo abonaba, lo regaba, cuidaba del árbol como si fuese "su árbol"... aunque siempre, al final, esa persona retomaba su camino y el árbol volvía a quedar a su suerte.
El árbol siempre vuelve a quedar a así, solo, y sus espinas cada día crecen más que sus flores y sus frutos, cada vez menos dulces, cubriendo sus ramas.
Srta.Marta, 15/01/09

3 comentarios:

El Lobo dijo...

Eso les sucede a muchas personas. Son tratadas malamente, como el árbol de tu cuento. Y durante su vida van saliéndoles espinas, espinas de odio, de frustración, de impotencia.

Buen cuento, que no sucede una sóla vez....si no con mucha frecuencia.
Besos.

Srta.Marta dijo...

je,je... tendría que haber puesto "basado e inspirado en hechos reales"

vidimus dijo...

Es lo que tiene ser un árbol: sólo puedes quedarte parada mientras la gente pasa (a menos que seas un ent o un ucorno, claro).