miércoles, 7 de enero de 2009

Abrazos

Sentada en mis rodillas,

desprovista de palabras, ideas y reclamos,
recoge mi hombro el rostro,
leve sonrisa y ojos entornados.


Flota en el aire la quietud dormida,
con auras místicas de epitalamio,
y la mente vacía se columpia
en la sombra de un mundo imaginario.


Nada se mueve en torno,
como el agua tranquila del remanso;
detenida la arena en la clepsidra,

dormido el viento, inmóviles los pájaros…


Qué abrazo interminablemente dulce;
no te muevas, mujer, de mi regazo.


- Francisco Álvarez-

1 comentario:

El Lobo dijo...

Precioso y protector poema.
Besos.