viernes, 29 de enero de 2010

Baudelaire


Tú, que, como una cuchillada,
entraste en mi doliente corazón;
Que, en tromba, como un rebaño
de demonios, ornada y loca,

De mi alma humillada, vienes
a hacer tu lecho y tu dominio;
- Infame a quien estoy ligado
como el forzado a su cadena,

como a su juego el jugador,
como el borracho a la botella,
como a la carroña el gusano,
- ¡Oh, madita, maldita seas!

Solicité a la veloz espada
la conquista de mi libertad
y rogué al pérfido veneno
que socorriera mi cobardía.

Ay, que la espada y el veneno
desdeñosos, me han respondido:
"no eres digno de ser librado
de tu maldita esclavitud,

¡Imbécil! - de su dominio,
si te soltaran nuestros esfuerzos,
tus besos resucitarían
al cadaver de tu vampiro".

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