miércoles, 12 de agosto de 2009

Miradas

Tengo ojos de hombre.
Esa es la marca.
Mi corazón y mi cuerpo son de mujer, pero veo a través de los ojos de un hombre. Mi ambición y mis impulsos sexuales son masculinos.
Soy la última evolución de la raza mujer, aquella que está destinada a dominar un mundo en el que las evoluciones anteriores no funcionan.
Los hombres me hablan como si fuera uno de ellos, comparten sus problemas más íntimos conmigo, como si tuvieran de antemano la seguridad de que yo sabré entenderles. Los hombres, esos seres
introvertidos a los que las mujeres acusan de poco comunicativos, se me abren como flores.
Conmigo hablan demasiado.

Seduciendo a Dios, El Ejército del futuro,
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