miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un relato corto es el que mide menos de 15 cm?



Lo que más me llamó la atención al mirar aquella estantería no fue la gran cantidad de frascos que contenía.
No es que me sorprendiera que se amontonaran casi los unos encima de los otros, ni que tuvieran distintas formas y colores, la verdad es que no estaba precisamente limpio y el polvo hacia difícil ver su contenido, lo realmente sorprendente es que parecían estar vacíos.


En un primer momento pensé que se trataría de algunas muestras, tal vez de origen vegetal, pero tras las primeras miradas de soslayo decidí reelaborar mi teoría, no había nada que pareciera proceder de una planta.
No me quedó más remedio que avanzar unos pasos hacía donde apuntaba en aquel momento mi nariz para verificar que tampoco parecía ser animal... ni tan siquiera mineral.


Estaba solo en aquella sala y no quería ser sorprendido fisgoneando, pero mi curiosidad me hizo disminuir las distancias y afinar la vista.


Cada uno de los botes de cristal llevaba pegada una etiqueta. Intenté leerlas pero no contenían atisbo alguno de clasificación científica con los típicos nombres en latín, tan sólo lo que parecían recordatorios de fechas y nombres.
Me fijé especialmente en uno de forma hexagonal con un bonito tapón redondeado, y sobre el papel pegado pude leer " Mariela, amanecer 17/07/97"
Desconfiando de mi capacidad para ver a corta distancia y de forma casi instintiva cogí aquel frasco entre las manos y lo levanté a la altura de mis ojos casi al mismo tiempo que el sonido de un portazo acompañaba al del cristal cuando se rompe.


No acerté más que a murmurar disculpas, proponiendo la reparación del daño causado con un bote de cristal que fuese lo más parecido posible al que acababa de romper.


No era el frasco lo que importaba, sino su contenido, escuché de boca de mi anfitrión.
Perplejo le informé que no había nada en aquel frasco, que había podido comprobar que estaba completamente vacío.


Pero estaba del todo equivocado, aquella colección era la tarea de toda una vida. Era la única forma de guardar para la posteridad los momentos que consideraba más importantes, mas preciosos. Según su teoría el aire es un elemento que fluye entre nosotros continua y constantemente. Impregnándose de nosotros, de nuestros olores, de nuestros sudores, jadeos, gozos, preocupaciones, alegrías y tristezas. En mi ignorancia había destruido el único recuerdo que le quedaba de ella, un amanecer de verano que mezclaba su olor con el del rocío de aquel jardín.


Tan sólo me pidió una cosa... me dio un pequeño frasco que sacó de su bolsillo, y me dijo que lo cerrara y colocara en sustitución del roto sólo cuando hubiera escrito en su etiqueta "El día que te perdí 12/03/08". El aire olía a tristeza y decepción.
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